10 de diciembre de 2008

A mi no me veréis en Madrid 2016



Una butaca del Gran Estadio del Milennio ocupa el lugar donde dos niños murieron calcinados. Ellos ya no existen. Ni su chabola. Un Señor Adinerado espera la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos. El presupuesto de esta edición a millontiplicado el de cualquier otra. Porque “la ciudad y sus ciudadanos quieren volcarse en esta Fiesta de los Valores”, ha declarado el alcalde.

El Señor Adinerado ha pasado por la Puerta de la Paz. No ha visto ni rastro de los ladrillos rotos y las maderas rasgadas. Y se ha hecho una foto con Gallarín, la mascota, que baila encima del lugar donde un día los hombres del poblado guardaron su chatarra.

Luego, el señor se ha descalzado para meter los pies en la Fuente de los Derechos Humanos. No sabe que allí un día jugó un niño de El Gallinero.

El Señor Adinerado ha pasado varios controles de seguridad. Le han olido los perros y le han cacheados los mismos agentes que un día sacaron a la mujer embarazada de su casa de tablas y palos en La Cañada Real.

El Señor Adinerado está contento. Va a presenciar un momento histórico. Va a ver la Mejor Ceremonia de Todos los Tiempos. No sabe que los jefes del mundo y su servidumbre deportiva desfilarán por donde un día lo hicieron las excavadoras.

Dos pequeños fantasmas revolotean sobre la cabeza del Señor Adinerado.

Empieza Madrid 2016.








2 comentarios:

Enrique Hormigos dijo...

Pues tenías razón.
La verdad es que es para llorar.
Seguramente, a mí tampoco me veréis.

Miquel dijo...

La cañada real nunca tenía que haber llegado a lo que es ahora