2 de marzo de 2009

Cerdos


Cerdos

Hoy me ha dado un tufillo en el portal. Esperaba el ascensor para subir al trabajo. Y yo, que soy malpensada, he mirado a la garita del portero, por si venía de ahí. Al volverme me he dado cuenta de que no había sido él. El tufo era el rastro que dejaba un cerdo con corbata que abandonaba las instalaciones laborales. El cerdo hizo amago de saludar al personal. Era el mismo que un día antes había entregado cuatro finiquitos a cuatro compañeros. Me imagino al cerdito, o a su abogado, redactando las cartas de despido. Sin duda deben de haberse descojonado al escribir los motivos. Hete aquí uno de ellos:
- Despedido por no sacar noticias de los vecinos de Vallecas.

Ante semejante creatividad y valía literaria, una sólo puede olvidar el olor a mierda que dejan los cerdos con corbata. Y conste que lo de la corbata no es un agravante, sino un dato objetivo. Por aquí también hay cerdos que no la llevan.

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